El aceite de oliva está considerado como uno de los alimentos esenciales de la dieta mediterránea, tanto por sus cualidades organolépticas como por los numerosos beneficios que aporta a nuestro organismo.

El aceite de oliva es rico en ácidos grasos monoinsaturados y en polifenoles, esos compuestos naturales antioxidantes capaces de luchar contra los radicales libres. Pero, además, el aceite de oliva se compone de vitaminas, aportando (aún más) beneficios.

Vitamina A

– La vitamina A contribuye al desarrollo de los dientes, tejidos blandos, huesos y mucosas.

– Es el mejor aliado para la salud de la piel. De hecho, también se le conoce como retinol, ingrediente muy utilizado en cosmética para el cuidado de la piel.

– La vitamina A está muy relacionada con el acné. Una deficiencia de esta vitamina en nuestro organismo puede provocar su aparición.

– Unos niveles adecuados de vitamina A contribuye a la prevención de enfermedades infecciosas, sobre todo, las del aparato respiratorio.

– Favorece el correcto desarrollo de los aparatos de reproducción masculino y femenino, contribuyendo a la producción de espermatozoides y al ciclo reproductivo femenino.

Vitamina D

– Regula los niveles de fósforo y calcio en la sangre, ayudando a la absorción intestinal y renal de estos minerales.

– Contribuye en la formación y la mineralización ósea.

– Interviene en los procesos del sistema inmunológico.

– La vitamina D tiene propiedades antitumorales.

– Es conocida por sus funciones antienvejecimiento, tanto a nivel celular como de la piel.

– Es un potente antioxidante.

Vitamina E

– Es la vitamina con mayor presencia en el aceite de oliva virgen extra, otorgando a este un papel importante como antioxidante.

– La vitamina E es esencial para proteger nuestro organismo de los radicales libres. Estos causan la degeneración de nuestras células y tejidos. Es por ello por lo que la vitamina E se asocia a la juventud y belleza de la piel.

– Entre sus propiedades, encontramos que la vitamina E es cicatrizante. Esto significa que aumenta la producción de células de defensa, combatiendo infecciones.

– Nos ayuda a mantener un buen funcionamiento cerebral, lo que nos protege de posibles problemas de demencia en la vejez.

– La vitamina E es imprescindible para gozar de una buena salud ocular.

Previene enfermedades cardiovasculares, siendo altamente efectiva contra la diabetes, colesterol u obesidad; además de prevenir los infartos.

– Previene la oxidación del colesterol malo LDL, lo que daría lugar a la aparición de placas de ateroma o arterioscleróticas, que impiden el correcto flujo sanguíneo a través del sistema arterial.

– La falta de vitamina E es muy peligrosa, ya que se asocia con trastornos neurológicos al producir una mala conducción de impulsos nerviosos.

Vitamina K

– Interviene en la coagulación de la sangre.

– La vitamina K ayuda en la mineralización ósea, junto con la vitamina D.

– Produce una ralentización de la calcificación, es decir, la acumulación de calcio en vasos sanguíneos, huesos, tejidos corporales…